ISAIAS 53,4-5 53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Les Presento Al Padre Pedro Nuñez Para La Evangelizacion
Musica Cristiana
Oraciones Para Nuestro Corazon
lunes, 30 de agosto de 2010
Los Grupos de Oración
Los Grupos de Oración
Uno de los instrumentos que Dios ha elegido para entregarnos y difundir el regalo de la Renovación en el Espíritu Santo ha sido el grupo de oración.
Ahí nos supimos amados y perdonados, ahí aprendimos a orar y nos descubrimos Iglesia.
Ahí fue también donde se nos preparó para recibir el don del Espíritu que ha transformado tan profundamente nuestra vida.
Es por eso que tenemos que cuidar el grupo de oración; estar siempre atentos a que siga siendo lo que Dios quiere: un lugar de amor fraterno adonde el Señor nos habla, nos sana y hace de nosotros servidores del Reino.
Los grupos de oración; se han diseminado por todas partes, en parroquias, casas particulares, colegios... Algunos son numerosos y otros pequeños, pero todos coinciden en estar constituidos por personas que aman a su Señor, que tienen hambre de un encuentro con El cada vez más profundo porque han experimentado su amor sanador.
Algunos dirán que lo anterior puede decirse de muchos grupos cristianos y se preguntaran que es lo propio de un grupo de oración carismática.
Algunas palabras acerca de sus características más esenciales:
• El grupo de oración carismática es abierto a todos, tal como lo fue la predicación de Jesús; en él se ora en forma espontánea dejándose guiar por las mociones del Espíritu; está abierto a los carismas del Espíritu Santo siendo los más distintivos el de profecía, el de sanación y el de oración en lenguas, usuales especialmente entre los primeros cristianos.
• El clima de la oración es la alabanza a un Jesús vivo, presente y actuante, único centro de la congregación.
1.Abierto: Siendo la Renovación una gracia para la Iglesia y para el mundo no conoce fronteras de ningún tipo (raciales, sociales, religiosas, ideológicas, etc.) No existe ningún requisito de participación en la oración comunitaria, sino los que garantizan su adecuado funcionamiento.
2.Se ora en forma espontánea a impulsos del Espíritu. No es fácil expresar qué se entiende por una oración así porque no existen esquemas rígidos que la definan; pero podrían señalarse algunos de sus rasgos: es fruto de la fe y del amor de corazones abiertos a escuchar y a responder a Jesús presente mediante su Espíritu y su Palabra, que suscita en cada uno respuestas diferentes, variadas y siempre nuevas.
3. Los carismas, si son auténticos, animan, orientan y edifican a la comunidad por lo que deben ser discernidos tanto por quienes los ejercen como por los que los reciben.
Lo que no debe faltar
1.Una organización de servicios.
Si el grupo de oración es pequeño, puede bastar que exista una persona responsable de que las reuniones se lleven a cabo y que quienes acudan encuentren en ellas alimento espiritual y cariño. Ayuda mucho contar con alguien que se encargue de la música.
Un grupo numeroso puede tener un equipo de servicio integrado por un responsable y por los encargados de los distintos ministerios: música, enseñanza, profecía, etc. La cabeza del equipo debe ser elegida por la comunidad por un plazo determinado.
2.Un equipo de acogida, que reciba con amor a todas las personas que llegan al grupo, tanto antiguos como nuevos.
3.Un encargado de la oración, esto es de cuidar que la oración se desenvuelva armónicamente en el Espíritu.
A veces se habla de "conducir" la oración, pero es mejor decir "facilitar" la oración o "moderarla" de modo que permanezca sintonizada con el Espíritu Santo.
Una oración propiamente carismática va siguiendo cierta línea que es dada por los textos leídos, por los mensajes y por el sentir interior manifestado en las oraciones de los participantes.
El encargado de la oración es quien debe responsabilizarse de iniciarla, de discernir los tiempos y los contenidos, buscando siempre el orden. A veces tendrá que dar pequeños golpes de timón cuando comienza la oración a desviarse y otras invitar al silencio de escucha.
Si actúa en coordinación con la música (incluso sugiriendo algún canto) se conseguirá una mayor armonía y mejores frutos.
4.La invocación al Espíritu al inicio de la oración.
5.Una instancia de formación. No siempre tiene que desarrollarse un tema importante (como la fe, la Renovación Carismática, etc.) aunque de vez en cuando conviene hacerlo, invitando incluso a alguna persona de afuera. Tenemos siempre a mano el Evangelio que leído y comentado brevemente por alguien, puede posteriormente servir de tema de reflexión y de oración para la comunidad. No hay nadie que no pueda dar una enseñanza como esta en base a su propia experiencia espiritual.
Al elegir los temas de la enseñanza es necesario tomar en cuenta las necesidades de la comunidad en cada momento. Por ejemplo, si han ocurrido malentendidos puede resultar oportuno hablar del perdón; si algún hecho tiene conmocionada a la comunidad se pueden tomar textos del Evangelio en que el Señor nos invita a no tener miedo y nos da su paz.
6. La música debe formar parte de la oración; la inspira, la anima unificando la comunidad. Siempre debe haber alguien encargado de discernir los cantos e iniciarlos.
Debilidades que se detectan a menudo
• No siempre los responsables llegan con anterioridad al inicio de la oración comunitaria para unirse en un tiempo de preparación. La oración previa unifica, silencia el alma, orienta respecto a la línea de la oración.
• La impuntualidad perjudica no sólo la acogida sino toda la oración. Hay que insistir continuamente en este tema y tener siempre en mente el hecho de que muchas personas siguen participando en la oración por haberse sentido acogidos personalmente con cariño. Se pueden utilizar distintivos con el hombre de cada uno, lo que permite una proximidad personal mayor.
• Cuando se toma conciencia que el ministerio de música no se trata de un "adorno" de la oración o de un recurso con el fin de llenar silencios incómodos o de poner fin a un momento de inquietud o desarmonía, sino de auténtica y poderosa oración ("quien canta ora dos veces") nace la preocupación por cuidarla de modo que armonice con la línea que el Espíritu va sugiriendo.
Un hecho en este momento muy común es el de no tener conciencia de que los cantos deben también ser discernidos.
Al principio la música debe actuar como una especie de telón que separa lo de afuera, convocando a un ámbito de fraternidad y alegría; sin embargo, este tiempo no debe prolongarse más allá de lo necesario. Después de los minutos iniciales los cantos de animación deberían dejar paso a ritmos más pausados que inviten al recogimiento y la oración, de lo contrario se corre el peligro de que gran parte de la oración se convierta en un espacio de esparcimiento y no de encuentro con el Señor. Existe este riesgo y hay que tomarlo en serio si queremos que los grupos de oración sean focos de irradiación y de salvación para el mundo. Es importante que la comunidad aprenda a cantar en actitud de oración.
El ministerio de profecía puede tener un gran impacto iluminador y orientador o convertirse en un hábito maquinal y vacío. Cuando no hay el debido discernimiento de los mensajes y de los textos, cuando su número es excesivo y no existe la oportunidad de acogerlos e interiorizarlos, el carisma profético pierde su fuerza y es desvalorizado por la comunidad.
Si queremos devolverle su auténtico poder tenemos que dar enseñanza al respecto: Cuál es la diferencia entre un mensaje piadoso y un mensaje ungido por el espíritu; qué impacto produce entre los participantes el uno y el otro; cómo discernir los mensajes antes de entregarlos; de qué modo recibir los mensajes; como interiorizarlos, orarlos, discernir cada uno lo que el Señor nos está queriendo decir.
Resulta muy conveniente el que, antes de cerrar la oración, se haga un balance de los mensajes recibidos, seleccionando no más de dos o tres entre los que han producido un efecto más poderoso en la comunidad. Esto lo puede hacer el que está conduciendo la oración o alguna persona con reconocido carisma de discernimiento. Porque se trata de una tarea delicada, hay que llevarla a cabo con prudencia y destacando siempre lo positivo.
Todos sabemos que los testimonios poseen una enorme fuerza evangelizadora, por eso es que conviene dar enseñanza acerca de cómo darlos (enfatizando lo que Dios hizo más que lo que yo hice; dejando de lado detalles inútiles etc.)
• La Biblia dice que Dios vive en medio de la alabanza de su pueblo; pero también: "este pueblo me alaba con los labios pero su corazón está lejos de mí"; Estas palabras a la vez que nos exhortan a poner al centro de nuestra oración la alabanza, nos enseña que existe también una alabanza exterior, mecánica, vacía.
Todos hemos experimentado alguna vez esa sensación de incomodidad y vacío que produce una alabanza que no nace desde el corazón. No se puede empezar a alabar sin una preparación previa, un preámbulo que favorezca el recogi¬miento y permita que las palabras surjan desde nuestro templo interior "en que el Espíritu ora con gemidos inenarrables" (Rom. 8,26).
• Respecto al carisma de sanación, conviene señalar que salvo en casos especiales en que el Espíritu lo sugiera, debe ejercitarse una vez finalizada la reunión de oración, y a petición expresa de quienes lo necesitan. Y no olvidar que la Renovación Carismática es el único grupo eclesial que pone especial atención en él, por lo que debe dársele la importancia que merece, teniendo cuidado de que no se convierta en el centro de la oración.
Escuchar al Señor
¿Sabemos scuchar con los oídos interiores la voz del Señor? ¿Existe manera de crecer en el ESCUCHA?
Se trata aquí de un tema reiterado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Si no logramos hacer silencio interior no podremos escuchar; si no escuchamos, mal podemos discernir.
Muchas de las debilidades señaladas hasta aquí tienen el mismo origen: el no lograr acoger en silencio las mociones del Espíritu.
Muchas veces percibimos durante la oración compartida que existe cierto temor al silencio, por lo que tendemos a llenarlo con palabras o cantos en vez de ponernos en actitud de escucha. Notemos que existe, por ejemplo, el hábito de repetir inmediatamente después de los mensajes "Gracias Señor".
Es importante que tomemos conciencia de nuestra inclinación a este tipo de muletillas o a otros trucos que nos evitan el esfuerzo de profundizar, de discernir, en último término de crecer en nuestra relación con Dios.
¿Cómo evaluar, cómo chequear la salud de un grupo de oración? Muy fácil puesto que somos nosotros mismos, los participantes, quienes actuamos como termómetros. Cuando decimos que la oración estuvo linda es porque permitimos que el Espíritu actuara iluminándonos y sanándonos. Cuando quedamos descontentos significa que no supimos dejar lugar a su acción.
Cada reunión de oración es única y nueva, y es por eso que hay que estar semana a semana atentos a cimentarla en una relación personal de cada uno con el Señor. Aquí no caben la improvisación ni tampoco las recetas tomadas de la oración anterior. Es cierto que existe cierto esquema general, pero debe seguírselo en escucha al Espíritu que puede querer hacerlo todo al revés de lo planeado. Por eso es necesarios que los servidores estemos permanentemente atentos, evaluando, formándonos, orando, buscando los caminos de Dios. ¿Una tarea fuera de nuestras posibilidades? Por supuesto que lo sería si Dios no hubiera tomado la iniciativa de manifestarnos su amor y derramar sus carismas dentro de nuestras comunidades carismáticas.
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