
Agradar a Dios se conoce como adoración. El propósito primario de la vida debiera ser agradar a Dios. Todo lo que hagas para complacer a Dios en un acto de adoración. Así como el diamante, la adoración tiene muchas facetas.
La adoración es un estilo de vida.
Cuando adoramos, nuestro objetivo debería ser complacer a Dios, no a nosotros mismos. La adoración no es para ti. Es para Dios. Por supuesto, adorar tiene sus beneficios; pero no adoramos para darnos el gusto. Nuestro motivo debe ser glorificar a nuestro Creador y complacerlo o agradarlo.
"El Señor se complace en los que lo adoran, en los que confían en su gran amor"
SALMO 147:11
La adoración no es lo que hacemos con nuestros labios; es lo que hacemos con nuestra vida. Todos los cantos, las oraciones y las alabanzas son en vano si no van unidas a un cambio y compromiso personal. No hay lugar para espectadores en la adoración. La adoración pasiva es una incongruencia. La verdadera adoración es ofrecer nuestra vida para agradar a Dios.
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